domingo, 13 de diciembre de 2009

Ídolos

Ayer pudimos ver en el Camp Nou, momentos antes de que diera comienzo el choque entre el Barcelona y el Espanyol, como Leo Messi dedicaba el Balón de Oro a la afición del Barcelona. Precisamente, días antes, la revista France Football concedió al jugador argentino este premio que le acredita como el mejor jugador del mundo.


Y es que Messi es el jugador del momento, de eso no hay duda. Posee un endiablado regate y desborde, un control en carrera con el balón pegado al pie de lo más preciso visto en décadas y una velocidad fuera de lo común, además de su gran capacidad para marcar goles. El juego del Barcelona y sus conquistas el año pasado le han llevado a situarse en la cima del fútbol mundial.

Sin embargo, es necesario saber que el mundo del deporte es un verdadero experto, tanto para encumbrar a alguien hacia la gloria, equiparándolo con héroes y dioses como para tirarlo por tierra y sacrificarlo a la opinión pública cuando ya no rinde a su máximo nivel. Ejemplos como Ronaldinho o, últimamente, Henry, son los más claros de cómo alguien puede convertirse en el máximo ídolo mundial que es capaz de hacer que el mundo se rinda a sus pies y, después, ser criticados y reprendidos sin descanso entre polémicas y abucheos que les convierten en el último de la fila.

Porque en el mundo del deporte, el paso del amor al odio puede darse en cuestión de segundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario