Irlanda, que había conseguido igualar la eliminatoria gracias al tanto de Robbie Keane, dominaba el juego y gozaba de más ocasiones que Francia, de manera que se llegó a la prorroga. Corría el minuto 103 del partido cuando Francia vota una falta a una distancia realmente considerable de la meta rival. En primera instancia, el central galo Squilacci se encontraba en fuera de juego, pero ahí no acaba la cosa. El balón llegó a Henry que, controlando el balón de una forma clamorosa con la mano, lo orientó para servir a Gallas con el pie para que, este último, rematara a placer.
El colegiado sueco Martin Hansson se tragó la estrepitosa mano y concedió el gol que provocó el estallido de júbilo de los franceses, y los gritos y protestas de los irlandeses. Este gol clasificó a Francia y dejó sin Mundial a Irlanda a pesar del juego, ya que Irlanda dominó completamente el encuentro.
Una vez más podemos observar como, en la mayoría de las ocasiones, el mundo del fútbol favorece a los “grandes” mientras que los equipos más modestos deben sudar sangre para conseguir sus objetivos, para que luego los dirigentes de las altas competiciones promulguen el “fair play”. Blatter y Platini podrán dormir tranquilos.
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